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Si hay un sector que ha sido fulminado por esta situación de pandemia que vivimos ese es el de los eventos. Si hay un sector al que el distanciamiento social afecta directamente en su esencia de negocio, ese es, otra vez, el de los eventos.
Los organizadores de eventos y congresos o meeting designers, como prefieran llamarnos, vivimos de crear y organizar reuniones y actividades presenciales en vivo y en directo en los que la interacción física de nuestro público es clave para el éxito de nuestra actividad.
Sin presencia física no hay eventos, sin eventos no hay trabajo y sin trabajo no hay industria. Una industria, la nuestra, que se compone de varios miles de microempresas y PYMES tan creativas como endebles a la hora de enfrentarse a una situación tan extraordinaria como la actual.
Una industria en la que España está en el pelotón de cabeza y Barcelona y Madrid, año tras año, se mantienen en lo más alto del ranking mundial de ciudades receptoras de congresos, ferias y eventos.
Una industria que aprovecha todo el potencial de nuestra infraestructura turística pero que, además, desestacionaliza la demanda (cuando hay turismo vacacional casi no hay eventos) con un cliente de calidad, el congresista, cuyo gasto per cápita es muy superior al gasto medio del turista vacacional.