Compartimos artículo desde la página web de ABC.es en el que veremos los secretos del musical «El Médico»
No puede haber agonistas en el «backstage», ni antes, ni durante el musical de «El Médico». En aproximadamente dos horas todas las piezas tienen que estar colocadas para que, al levantar el telón, la maquinaria funcione a la perfección. La cantidad de elementos que entran en escena es colosal y hay que revisarlos todos antes de la función. Más de un centenar de trabajadores que, entre otras cosas, se afanan en localizar el medio millar de objetos de utilería, probar el sonido de los 150 altavoces, comprobar la iluminación o se cercioran de que no hay fallos en los micrófonos.
ABC llega al Teatro Nuevo Apolo de Madrid a las seis de la tarde. Quedan dos horas para que empiece la función. Gran parte del público todavía está en su casa. Los más impacientes se han acercado a la plaza de Tirso de Molina para tomar algo antes de la obra, ajenos a lo que ocurre en el interior donde todos están entregados al trabajo. El regidor Juan Carlos Lucas nos recibe en el patio de butacas mientras los operadores de iluminación cambian uno de los focos que alumbran el escenario frente a la cuarta pared. Ha comenzado la pasada técnica diaria, un trabajo que el público no ve pero sin el que no podrían disfrutar del espectáculo que viene después.
«Dos horas o dos horas y media antes viene todo el equipo y van haciendo los movimientos de escenografía que tienen lugar durante la función pero sin ser a tiempo real», explica. Columnatas que brotan del techo y forman el palacio del Sha, estructuras de madera trenzada para acoger la academia de medicina de Avicena o una duna de 3.500 kilos que va descendiendo en varios tiempos y nos traslada al desierto. En «El Médico» hay más de 40 cambios de escenografía a vista de público para contar el viaje de Rob J. Cole. «Necesitamos mucha agilidad y mucha variedad de movimiento porque la historia empieza en el siglo XI en un Londres oscuro y se recorre el desierto hasta llegar a Isfahán donde todo es luz», añade Lucas.
Hay momentos en los que un telón se baja y mientras los espectadores ven lo que ocurre delante «detrás está trabajando todo el equipo técnico de suelo, utilería e incluso luces» para transformar una vez más el escenario. Es otro de los golpes de efecto con los que se «engaña» al público. Como lo es el anillo giratorio que ocupa buena parte de las tablas. Tres círculos concéntricos que se mueven en distintas direcciones y velocidades para aportar más ritmo a las escenas.