Certámenes como Viña Rock, Bilbao BBK Live y Sónar han vivido protestas por las condicions laborales de estos trabajadores.
Cuando el público llegó ayer al estadio Wanda Metropolitano de Madrid para ver a Muse, se encontró con un mastodóntico escenario construido y decorado hasta el más mínimo detalle como por arte de magia. Pero de magia nada: allí estuvieron trabajando muchos cientos de personas durante días para que que nada fallase en uno de los mayores espectáculos en vivo de la actualidad.
Así, con días de antelación al «show» y con enormes equipos de personal, es como se suele trabajar con todas las grandes citas. Sin embargo, es muy común que en el montaje de las estructuras sobre las que va a crearse el escenario de un concierto con una enorme cantidad de elementos aéreos, acaben trabajando jóvenes inexpertos, que han respondido a la llamada de algún amigo que le ha propuesto sacar unos euros extra. Y es que en raras ocasiones se pide experiencia a los que trabajan en este sector, llamados «riggers».
«Yo tengo titulación, y me molesta mucho cuando no me la piden al hacerme un contrato, que es casi siempre. Sólo la uso en Madrid y Barcelona», dice Isaac Flix, que a su condición de «rigger» suma que es el portavoz del sindicato de esta especialidad. Y como buen conocedor del tema, añade: «Luego está el caso de los falsos autónomos, que hace que por buscar rentabilidad, muchos trabajadores terminen con un bolo y se vayan a otro. Esa gente no está fresca ni descansada, y eso no se puede permitir. Al acabar un trabajo como este, hay que irse a casa a descansar. Se pueden poner vidas en riesgo».