Compartimos otro interesante artículo de la página Hispasonic.
La sordera es un riesgo grave pero demasiado fácil para músicos y técnicos. Lo atestigua una larga y creciente lista de afectados con muchos grandes nombres archiconocidos. Una lista a la que muchos nos encaminamos (la de los afectados, no la de los famosos) de la mano de una despreocupación irresponsable. Admitimos agresiones constantes y demasiado evidentes que dejan su huella indeleble y acumulativa en un órgano tan complejo y sensible como nuestro oído. Y es que realmente estamos en malos tiempos para el oído de los colectivos de músicos y técnicos sometidos a agresiones inconcebibles, pese a ser una herramienta esencial que merecería mejor cuidado. Hoy os ofrecemos material serio para leer al respecto.
Algunos casos conocidos
Roger Daltrey a sus 74 años ha sido noticia en varios medios por unas declaraciones recientes, recomendando a los asistentes a los conciertos «ponerse los ‘jodidos’ tapones en los oídos». Él mismo reconoce que necesita leer los labios como apoyo para poder seguir una conversación, por las dificultades que tiene con la audición tras una vida de escenarios nada calmados en lo sonoro.
En 2016 medio mundo del rock se alarmó al saber que Brian Johnson, entonces cantante de AC/DC ocasionaba la cancelación de la gira por USA porque sus médicos le habían alertado de que su pérdida auditiva ya no podía aguantar más esa actividad sin un riesgo altísimo de acabar en severísima sordera.
Los casos de acúfenos (esos molestos ‘pitidos’ incesantes que parecen estar permanentemente en los oídos de los afectados) son muy habituales, y no por casualidad los presentean tantísimos baterías como Lars Ulrich de Metallica. Phill Collins es otro batería que ha referido problemas serios con su audición. Pero no se libra ningún instrumento. Eric Clapton o Anthony Kiedis (Red Hot Chili Peppers) han contado también que sufren de tinnitus.
Quizá podía tener alguna disculpa, por cierto ‘desconocimiento’, el que Nico (The Velvet Underground) o Pete Townshend (The Who) hayan degradado su oído, pero tantos años después es casi propio de masoquismo el que Josele Santiago de Los Enemigos se haya llevado como premio sordera de un oído, o que Chris Martin de Coldplay reconozca que llegó a darse cuenta demasiado tarde de su progreso hacia la sordera, progreso que ahora toda la banda intenta frenar (ya no retroceder) usando tapones a medida o auriculares para monitorizar con menor nivel.
Y es que parecemos querer ser sordos, nunca mejor dicho, a los avisos: los de los organismos de salud, los de las tablas que relacionan nivel en dB con tiempos de exposición y daño, o los de nuestros propios oídos cuya fatiga o dolor aparecen demasiadas veces sin que nos demos por enterados de que están pidiendo un cambio de costumbres.