Compartimos un artículo de Marisol Rojas desde cadenaser.com
Fermín Yébenes tiene a las espaldas 25 años de experiencia como inspector de trabajo. Ha visto varias crisis, pero ninguna como la última: «Nunca he visto lo que he estado viendo en estos últimos años. Jamás. La mezquindad que hay en algunos sectores de la actividad me sorprende día a día. Creo que voy a llegar al límite, por las maneras en las que algunas personas se comportan respecto a otras. Y duele. Jamás había visto tanta mezquindad». Este análisis demoledor se basa en el mercado laboral que destapan las inspecciones.
[publi_articulo]
Un inspector de trabajo puede cruzarse con casos como el de Carlos, de 24 años. El suyo es un ejemplo de hasta qué punto se ha abusado del contrato a tiempo parcial para cubrir jornadas completas. Este joven socorrista resume así su situación laboral: «Estoy diez horas al día en la piscina y en mi contrato pone que trabajo cuatro horas. Nos dicen: ‘O lo tomas o lo dejas’. Somos jóvenes y no nos damos cuenta, pero no cotizamos lo que deberíamos cotizar». La reacción inmediata es pensar que hacen falta más inspectores, pero Yébenes cree que situaciones como la de Carlos se podrían atajar si fuera obligatorio fichar y si los contratos especificaran los horarios. En una inspección, esto es lo que ocurre: «Cuando llegamos por la mañana, el trabajador está contratado por la mañana y si llegamos por la tarde, el trabajador está contratado por la tarde, porque no está prefijado el horario en el contrato de trabajo».
[publi_articulo]
[publi_articulo]